Este año ya hornea su despedida.

A la mesa llegará el producto de una receta que integra altas dosis de alivio, unos gramos de incertidumbre, expectativa al gusto de cada quien, un manojo de entusiasmo y algo de desolación.

Anticipo que no resultará fácil digerir la cantidad de lecciones que nos deja.

Navidad con tapabocas

El impacto emocional de la primera fase de la pandemia se decanta lentamente y es bueno tomar estos días, usualmente dedicados a la reflexión, para intentar dialogar desde la razón con estos meses tan duros que fuimos capaces de superar, o que nos hicieron perder tanto.

Aprovechemos este mes para compartir o rezar en familia, reflexionemos en pareja o en soledad, celebremos con los más queridos o recordemos a los que se han ido, decoremos la casa o lo que cada uno elija como vocación para diciembre, pero por favor tengamos en cuenta que la pandemia no ha pasado.

Aún recomiendan los que más saben, desde muchas instancias del mundo entero, el confinamiento, el distanciamiento social y otras precauciones para el propio bienestar y el de nuestros más cercanos.

Ofrezco a los lectores de esta columna algunas lecciones que, en mi continuo diálogo con estudiantes, profesores, integrantes del equipo administrativo y directivos y amigos del Colegio Bilingüe José Max León, creo identificar.

Si algo he aprendido en estos años de trabajo con educadores es que las opiniones se complementan y que la dialéctica rinde para nuevos frutos. Espero hacerle justicia a este principio y con esto auspiciar opiniones y contribuciones a todo nivel.

Sin duda quedarán muchas por enumerar. Los aprendizajes más valiosos de una época suelen ser más evidentes con el paso de los años, su efecto puede ser mejor apreciado desde la distancia del tiempo.

Pero me atrevo a afirmar que la mayor lección que nos deja hasta ahora este año marcado por la pandemia es la evidencia de que necesitamos discutir y cambiar realidades muy incómodas, a las que durante años dimos la espalda.

En otras palabras, tal vez lo más importante que trajo el famoso COVID-19 (descartando el avance en investigación en pro de la salud y los avances consiguientes en cuanto a políticas públicas para garantizar más y mejores vacunas para todos) es el contundente reflejo de buena parte de nuestra condición humana.

Sin maquillaje, excusas o matices, el confinamiento nos sometió al ejercicio de vivir en un cuarto de espejos. Ofrezco estos últimos Naipes con García del año 2020 para aprobar o descartar algunas de estas verdades que, por más que quiera evadirlas, me rondan sin remedio, los invito a seguir leyendo esta importante reflexión en estas interesantes 3 partes:

Desde el fondo de mi corazón, y con la complacencia del equipo maravilloso que nos permitirá retomar ciertas costumbres de la antigua normalidad, les deseo felices fiestas y un paso al año 2021 lleno de esperanza.

Nos vemos en enero. Felices fiestas.

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