El Colegio Bilingüe José Max León sigue superando la adversidad de la primera pandemia del nuevo milenio.

Regreso docentes

En su primera semana, noviembre vio cómo nuestros profesores regresaron al campus. Vuelven lentamente a llenarse los espacios de la vida, la empatía, la inquietud que habita cualquier institución. Los extrañábamos y estaremos juntos en el inmenso reto que significa enseñar en el siglo XXI.

El profesor Richard Feynman (1918-1988) fue uno de los galardonados con el Premio Nobel de Física en 1965.

A pesar de ser considerado el físico más influyente desde Albert Einstein, este científico se jactaba de su curiosidad, su pluriformidad y de gozar de un sentido del humor incomparable. Así como hizo aportes sin precedentes a los estudios de la materia, también fue pintor reconocido y músico. Alguien cercano a él dijo:

Cuando lo conocí pensé que era mitad genio, mitad bufón. No le conocía bien. Hoy escribiría que Feynman era todo genio y todo bufón

Feynman dijo en alguna de sus lecturas tituladas “The Uncertainty of Science” (1963) que el problema de la educación de su tiempo era que “la gente es educada justo para creer que lo que les ha sido enseñado; no han sido suficientemente educados para cuestionar algo de lo que les ha sido enseñado”.

Esta frase cobra vigencia en un contexto mediado por las redes sociales, la virtualidad y el exceso de información. Vemos como millones de personas se vuelven parte de hordas de autómatas que responden visceralmente a las fake news y las mentiras que disparan los atriles.

La política se sirve de maniobras retóricas para manipular la realidad para la conveniencia de unos pocos; los maestros deben dotar a las nuevas generaciones de dudas hacia los supuestos y sembrar en los más jóvenes el compromiso a no ser cómplices ni pasivos espectadores de los desastres causados por las tendencias dominantes.

Presente para el futuro

Cualquier labor educativa enfrenta la paradoja de moldear el futuro con herramientas del pasado, usualmente caducas ante los ojos de los jóvenes. El aferrarse a verdades incuestionables, venerar antiguos dioses o imponer doctrinas que se ondeaban tercamente contra los vientos del cambio solían ser algunas estrategias de nuestros antepasados. Pero la pandemia nos ha obligado a vivir con la incertidumbre (“hoy es siempre todavía”, decía el poeta español Antonio Machado).

Ya no está mal admitir que el camino no es el que nos prometieron las generaciones pasadas, ya no está mal creer que los estudiantes pueden ayudarnos a abrir un camino hacia un mejor futuro y que nos son ellos aquellos moldes pasivos sobre los que los adultos vierten la materia del conocimiento divino.

Ante los coletazos que depara el desarrollo de esta nueva realidad, debemos pensar de nuevo las bases de la educación. El pasado es historia y el futuro aún es un misterio; el hoy es un regalo y por eso, al menos en inglés, ambas cosas se dicen “present” (gracias Maestro OOGWAY). 

Durante décadas la sociedad vio en los colegios el depositario diurno de sus hijos. En las instituciones se formaban los niños mientras los padres (y más tarde las madres) perseguían el esquivo “éxito”, ese mal profesor, como lo definiría Bill Gates, por hacer creer a las personas inteligentes que no pueden perder.

Así, se crearon muchísimas historias en las que las familias dejaron de conocerse por compartir solamente a las horas del desayuno, entre los afanes de la mañana, o por la noche, cuando la presión del día pesaba sobre los hombros de todos los integrantes.

La pandemia nos ha llevado a convivir más tiempo, a reconocernos en el calor (o la claustrofobia). Este colegio entiende que las familias hoy pueden funcionar de otras maneras, que los horarios pueden haber cambiado y que debemos ajustar nuestro funcionamiento a los miedos y las posibilidades de grupos poblacionales cada vez menos homogéneos.   

Por lo anterior, el regreso a la presencialidad ocurrirá en enero. Muchas niñas y muchos niños ansían aprovechar de nuevos los entornos amplios, esos espacios que durante años han sido su ecosistema. Los recibiremos de manera prudente, disminuyendo al máximo el riesgo de contagio y propagación.

Sabemos que muchas familias lo agradecerán, estaremos a la altura de las circunstancias actuales y así podremos remediar las necesidades del futuro.

Naturaleza y tecnología

Zonas verdes

Un entorno amplio y marcado por pasto sano y árboles nativos debe ponerse al servicio de la comunidad para mejorar el estado de ánimo y la salud de todos.

El colegio debe significar la plataforma de lanzamiento hacia un universo amplio y no una versión aceptable de la prisión. En palabras del autor Richard Louv: la naturaleza amplifica la noción del tiempo.

Enseña que somos parte de ciclos vitales antiguos y misteriosos, que existen fuerzas más allá del control humano que debemos, antes que dominar y extinguir, aprender a leer y aprovechar para el bien de las generaciones por venir y de nuestro entorno inmediato.

Si uno de los males del siglo XXI será el renombrado “déficit de la naturaleza”, el Colegio Bilingüe José Max León ofrece a su comunidad un entorno abierto que estimula la creatividad, aumenta la capacidad de asombro, provoca el movimiento y el juego, provoca la facultad de aprender mediante la experiencia directa.

Durante siglos la tecnología fue la herramienta para dominar el entorno y lograr que el ser humano se posicione sobre las fuerzas naturales.

Nuestra generación y las que le siguen están llamadas a poner la innovación y la investigación al servicio de una sostenibilidad humana más preocupada por el bienestar del planeta.

Una de las lecciones de la pandemia es que podemos (y debemos) vivir de manera menos cáustica con lo que nos rodea, poniendo las tecnologías al servicio de la enseñanza y el aprendizaje estaremos aprovechando los impulsos con los que nuestra era avanza en muchos sentidos positivos.

Para no olvidar que nos debemos a este planeta y a su equilibrio, para no dejarnos cegar por la luminiscencia hipnotizante de las pantallas, podremos recordar siempre las palabras que se le atribuyen al Jefe Seattle cuando en 1854 respondió al Presidente de Estados Unidos una oferta de compra de sus tierras:

“No heredamos la tierra de nuestros antepasados, la tomamos prestada de nuestros hijos”

Serán así dos remos los que impulsarán la barca de nuestro Colegio en los próximos años, empezando por un preescolar que se acomodará a las exigencias con las que este año nos sorprendió: cuidado del ambiente (partiendo de sí mismo) y un uso de las tecnologías que garantice sostenibilidad y salud en el sentido más abarcante.

Convencidos de que esta fórmula no está reservada para nosotros, sino que existen las mismas inquietudes en instituciones de todo el planeta, decidimos que este sea el puente de nuestros estudiantes hacia una internacionalización temprana.

Colegios de Brasil y Nueva Zelanda tienen mucho que enseñarnos (empezando por una segunda y una tercera lengua), pero también muchas áreas en las que están interesados en recibirnos como maestros.

El verdadero analfabeto del siglo XXI será aquel incapaz de aprender, desaprender y reaprender”

Alvin Toffler (1928-2016)

Alvin Toffler (1928-2016), autor de La tercera ola, El shock del futuro, entre otros, pareció ver los tiempos en que vivimos. La incertidumbre que genera el cambio constante de realidades exige de nuestra parte una capacidad de adaptación rápida y firme.

Una sociedad constantemente asediada por las noticias (reales o no), la información (de calidad o superficial) y las opiniones de semejantes y extraños es un cuerpo en constante movimiento. Es, por un lado, algo alarmante e inestable, aunque también es la manifestación de una de las esencias de la materia.

Como diría el mismo Feynman: “Si solo pudiéramos transmitir una idea científica a las próximas generaciones, yo elegiría esta: la materia está hecha de átomos, pequeñas partículas en perpetuo movimiento”.

En el Colegio Bilingüe José Max León #Tenemoscomo