Apreciada comunidad Leonista: 

Robert Max

Mi nombre es Robert Max Steenkist León. Es un honor dirigirme a ustedes ofreciéndoles mi mano en calidad de gerente del Colegio Bilingüe José Max León. Soy nieto de José Max León, fundador de este Colegio, e hijo de Consuelo, quien se desempeñó como Rectora desde 1983 y ahora proyecta su energía y experiencia invaluable desde la Junta Directiva. Trabajo en el Colegio hace 10 años en los cuales he podido conformar equipos para desarrollar y madurar, entre otras, la biblioteca, la editorial de colegio, la página web y el departamento de sistemas, la crepería, la escuela de maestros, el departamento de admisiones, las actividades leonistas, el plan de intercambio con Nueva Zelanda…

Creo que el único mérito que me ha llevado a los resultados que merecieron mi nombramiento como gerente es el ser capaz de conformar buenos equipos. Quiero creer que supe leer las fortalezas de los individuos y, confiando en ellas, combinar los talentos y las habilidades de otros en pro de los niños y las niñas.

Si hay algo que he aprendido a lo largo de estos años es que la educación nunca es un proceso solitario, sino la unión de fuerzas aparentemente diferentes que se unen con un solo objetivo: un mejor futuro. Soy y seré un aprendiz constante. Desde esta condición espero estar a la altura de mi linaje y, sobre todo, de las esperanzas que todos ustedes han depositado en este Colegio.

Quiero que durante los próximos cinco años (plazo que me dió la Junta Directiva para cumplir un plan de gestión que regirá el rumbo de la institución), mis nombres y apellidos no sean tenidos en cuenta a la hora de valorar mi trabajo. En Colombia somos expertos en tomar posiciones según las personas y no de acuerdo a sus acciones: liberamos de toda culpa a alguien que hereda un nombre que se ajusta a nuestros intereses y condenamos automáticamente a otro que nació con los apellidos de un oponente a nuestros deseos. Me aventuro a afirmar que esto es uno de los defectos que como sociedad nos impide unificarnos con empatía para construir una sociedad paz: heredamos un sistema de Montescos y Capuletos que nos hace rivales o asociados desde la cuna.

Tristemente en la mayoría de los casos de nuestro país, es el lugar y el tiempo de nacimiento lo que determina el destino de los colombianos y no sus acciones. Es el azar el que, al menos desde el punto de vista de estadística demográfica, elige a los favorecidos y tabica las posibilidades de la mayoría. Esto lo respalda sólidamente un estudio de la OECD (http://www.oecd.org/social/broken-elevator-how-to-promote-social-mobility-9789264301085-en.htm).

El año escolar que comienza esta semana quedará marcado en la historia del Colegio Bilingüe José Max León porque avanzará como un equilibrista sobre la cuerda suelta de la incertidumbre. Hace unos días, en las palabras que ofrecí a la 64º promoción de esta institución, caí en cuenta de que la incertidumbre es el lugar donde nacen la esperanza y el miedo. Aunque también genera angustia por parecerse al filo de la Nada, el espacio que abre la incertidumbre es lo único que nos permite innovar y generar cambios sobre un presente imperfecto.

Mencionaba a los egresados que La Peste Negra del siglo XIV trajo consigo cambios radicales, además de muerte y desolación a los europeos y asiáticos que la padecieron, los sistemas feudales cedieron terreno a las primeras burguesías que pudieron exigir mejores condiciones laborales, los conocimientos de anatomía humanas dieron pie a mejores cirujanos, la poca mano de obra disponible llamó a la creatividad y contribuyó a la tecnificación del campo y uso más eficiente de los recursos. Ojalá esta pandemia, la primera del siglo XXI, sacuda lo que entendemos por “normalidad”. Ojalá que este tiempo nos lleve a reflexiones tan profundas que nos hagan encontrar la fórmula para que, por ejemplo, una familia colombiana no tenga que esperar once (!!!) generaciones para salir de la pobreza.

Los formatos de clases han sido ajustados a las pantallas. Los estudiantes deberán seguir reemplazando las horas de juego y entretenimiento (sin duda dos de los componentes más valiosos de nuestra propuesta) con actividades que podrán desarrollar con sus familias en casa. Las rutinas de las familias podrán ajustarse, por fin, a una dinámica compartida y no a lo que muchas estaban acostumbradas: a sólo verse a la hora del desayuno y de la cena.

La pandemia nos ha obligado a pensar el sentido de la educación, nos ha recordado que en la formación de mejores adultos intervenimos todos. Este año nos brinda la oportunidad a las instituciones educativas y las familias para acercarnos y pensar juntos en diversas maneras de que el encierro obligatorio pueda ser también el tiempo de gestación de nuevas oportunidades para todos.

#Tenemoscomo

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